lunes, 3 de octubre de 2022

EL MUNDO ANTES Y AHORA

 Lo que recuerdo con más alegría de mi niñez era que el mundo me parecía tan grande que no cabía en mi imaginación. Los adultos eran enormes y más "sabiondos" que yo. Ellos eran dueños de los misterios religiosos más inconcebibles para mí, sabían lo que era mejor para nosotros aunque no tuvieran idea que era lo mejor para ellos. Yo tenía una ambición infinita de conocimiento, y eso hacía fácil caminar en medio de la adversidad, todo valía la pena mientras estuviera ese mundo de acertijos esperándome en alguna parte.

Escucho a mis nietos y ellos tienen ya el conocimiento que yo tuve a los 25 años. Es más, tienen información que yo adquiero a través de ellos, y  ese saber tanto les da una sensación de  superioridad de la que nunca disfruté a su edad. Tienen el mundo en sus manos, literalmente. Me pregunto ¿qué más les queda por descubrir? Y respondo,  el dolor y el sufrimiento, el mismo que yo viví a la edad de ellos. No sé si la resiliencia sea igual de fácil desarrollarla en la edad  adulta, pero a ellos les tocará hacerlo.