viernes, 27 de noviembre de 2009

Amada Samantha:


Quizá hubo mucho ruido para tí anoche, toda esa gente allá afuera hablando, pronunciando tu nombre, y tú sin saber exactamente para dónde mirar, o quizá mirando para todas partes y percibiendo la vibración sonora de tu nombre en la voz de alguien más. Me pregunto si reconoces mi voz y la de tu abuelo, si te son familiares sólo porque estamos más tiempo contigo que otras personas. A veces te toco desde la firme piel del abdomen de tu madre, y parece que te quedas serena, que te sientes segura y a salvo, pero el otro día, golpeaste las paredes del abdomen de tu madre, lo tome como un saludo, como la manera sutil que tienes de decirme ¡Hola! Ahí estaba yo, contactada de nuevo con un trozo de maternidad, la que vivo en segunda persona, la que vivo ahora que me torno una matriuska que contuvo en su vientre a tu madre y ahora de ese vientre vienes tú.

Y no es mágico saber ¿que en el vientre que estas diseñando ya hay información genética para una nueva criatura que me hará más matriuska, al igual que a tu madre?.

Somos semillas, cuando estamos en el lugar que tú estas ahora, pero también lo somos cuando estamos plantadas como flores que dejan su polen al viento para ser fertilizado.

Ya no soy fértil, pero tu eres la prueba de que lo fuí, tu eres la generación que seguirá marcando un lugar para mí en este planeta, no es mágico que el nacimiento de un nieto, nos recuerde la mortalidad pero más que nada la inmortalidad?